¿La alegría está reservada a los iluminados?

Esta pregunta, un tanto provocadora, se me ocurrió después de ver una serie de fotos de niños tomadas durante una clase de iniciación musical.
No hubo un momento en que estos niños no estuvieran alegres, ¡durante una hora!

Hablar de la alegría hoy en día suele evocar la imagen de una persona amable e iluminada, desconectada de la dura realidad de la vida.
Y en estos tiempos, el ambiente no es alegre…

Sin embargo, lejos de estar iluminados, sacamos fuerzas del alegre compartir durante nuestras clases de educación musical, de las risas espontáneas de los niños provocadas por simples contrastes musicales, tanto como de sus miradas de intensa interioridad cuando escuchan una simple campana o la resonancia de un platillo…
No hace falta ser un payaso para hacerlo (¡aunque puede ayudar!).

La alegría es un elemento esencial de la vida, y la educación musical es un momento privilegiado para desencadenarla y mantenerla.
Porque siempre buscamos esa sensación que nos lleve por un momento un poco más allá de nosotros mismos.

Esto hace que sea un elemento determinante de la motivación, aunque suponga un esfuerzo para conseguirlo, sabiendo el placer (¿autocomplacencia?) que le seguirá.

Porque al final, ¿de qué sirve compartir estos momentos de música si no es para ser más feliz?

Christophe Lazerges – Grenoble – Francia.

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